Hemos aprendido que la sociedad en la que vivimos es un complicado laberinto en el que se mezclan las formas de legitimación del poder y la violencia con la racionalidad y el deseo o voluntad de dominio de cada uno de los individuos sociales. Si hay un filósofo que ha sabido mapear este complicado territorio ese ha sido Michael Foucault.
Foucault desarrolla una teoría del poder que va más allá de cómo este concepto era entendido en la teoría tradicional. Normalmente cuando hablamos del Poder hablamos de algo que se puede poseer, que reside en algunas personas o instituciones. Para Foucault el Poder no es algo que se pueda tener o no, si no que es uno de los modos de las relaciones sociales.
Toda relación es una relación de poder en el contexto social y dicha relación de poder está determinada por el lugar que ocupamos en una determinada estructura social. Esto quiere decir que si intercambiaramos los personajes pero no el rol que ocupan en este gran teatro de la vida, la relación de poder sería la misma. No importa que individuo ocupe el papel del profesor y quien el de alumno. La relación profesor-alumno está marcada por unas dinámicas de poder cuyas reglas se inscriben en un determinado contexto social y cultural, son por lo tanto estructurales. Pero, ¿quién marca estas reglas?
El sujeto está atravesado por las relaciones de poder, juega a un juego visible e invisible en el que se miden fuerzas. Foucault denomina tecnologías del poder a todo el conjunto de procedimientos que articulan esta red de relaciones y sistematizan y reproducen técnicas que tienden a favorecer a quien ocupa una posición privilegiada en el tablero.
Las tecnologías del poder actúan, según Foucault, por medio de la disciplina (que se desarrolla a través de lo anátomopolítico) y por medio de la regulación (que se desarrolla a través de lo biopolítico).
La disciplina actúa sobre el cuerpo, lo moldea y lo determina a través de las instituciones como la escuela, el hospital, la cárcel. Las tecnologías actúan a través de estas estructuras para determinar qué es lo normal y qué no, quién está sano y quién enfermo, qué configuraciones son permisibles y cuáles no.
Frente al adiestramiento que proporciona la disciplina, la regulación actúa de un modo que podríamos llamar preventivo. Foucault llama biopolítica a un nuevo modo de entender el poder, que se inscribe en todas los ámbitos de nuestra vida cotidiana, traspasando la barrera de la esfera pública a la esfera privada. Lo hará a través de lo estadístico y lo tecnológico, previendo y dirigiendo las poblaciones desde el mismo ámbito de la estructura familiar, desde lo cotidiano
La disciplina actúa sobre el cuerpo del organismo individual que es el sujeto, mientras que las regulaciones funcionan sobre las poblaciones. De este modo se constituye para Foucault la sociedad contemporánea en la que el poder marca cualquier aspecto de la vida del ciudadano.
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