La preocupación filosófica por el lenguaje es uno de los elementos centrales de la disciplina desde sus mismos orígenes.
¿Es el lenguaje una propiedad esencialmente humana? ¿Qué es el significado? ¿Dónde existen los términos sin referencia? A lo largo de este tema intentaremos resolver algunas de estas preguntas.
Debemos tener en cuenta que el lenguaje es el primero de los acuerdos humanos, sin él no es posible ningún otro. Tampoco podemos pensar en ninguna institución que no esté basada en un acuerdo en torno a un juego de significados.
Aunque la capacidad de comunicarse no es exclusivamente humana (algunos animales han desarrollado sistemas de comunicación complejos), el lenguaje sí es una categoría necesariamente humana. La capacidad de producción de significados lingüísticos requiere de un nivel de abstracción que no puede ser comparado con nada que hayamos visto en ningún otro ser vivo.
Los puzzles de Frege.
La preocupación filosófica por el lenguaje es, en esencia, una pregunta acerca de qué es el significado. Tradicionalmente, entendemos que el significado de una palabra es su referencia: el objeto en el mundo con el que se corresponde. Las teorías más antiguas sobre el lenguaje son aquellas que defienden una referencia directa entre lenguaje-objeto. De este modo “El cielo es azul” será verdadero si existe un objeto en el mundo al que denomino “cielo”, un concepto “azul” y se da que el cielo es azul. El análisis del lenguaje que realizará Frege (1848-1925), sin embargo, señalará los problemas fundamentales de este tipo de análisis. Su filosofía recopila los cuatro puzzles o problemas fundamentales de las teorías de la referencia directa:
- El problema de los enunciados de identidad.
- El problema de los contextos opacos
- El problema de los existenciales negativos.
- El problema de los términos sin referencia.
El problema de los enunciados de identidad.
La referencia no puede ser lo único que marque la diferencia en lo que se refiere al significado. Esta es la conclusión a la que llega Frege en su texto: Sobre el sentido y la referencia (1894). Todo comienza cuando Frege se pregunta por la diferencia en la cantidad de información que existe en los enunciados de identidad:
a=a
a=b
Consideremos que a y b tienen la misma referencia: en el ejemplo que pone Frege, el planeta Venus. Los astrónomos tardaron mucho tiempo en descubrir que la estrella más brillante de la mañana (Héspero) era la misma que la estrella más brillante del atardecer (Fósforo), siendo ambas el planeta Venus. En este sentido podemos afirmar que las oraciones:
Héspero es Héspero
Héspero es Fósforo.
son ambas verdaderas bajo los mismos criterios. Sin embargo, a pesar de tener ambos la misma referencia (Venus), queda bastante claro que mientras la primera es trivial, la segunda nos aporta una cantidad de información adicional.
El problema de los contextos opacos
El problema de la referencia se acentúa cuando nos movemos hacia otro tipo de ejemplos como los siguientes:
Juanma sabe que Héspero es Héspero.
Juanma sabe que Héspero es Fósforo.
o dicho de otro modo:
Juanma sabe que el lucero del alba es Venus.
Juanma sabe que el lucero del alba es el mismo que el lucero de la tarde.
Nos encontramos aquí con una serie de enunciados cuyo valor de verdad depende de las creencias de un individuo, independientemente de que dichas creencias hagan referencia al mismo objeto en el mundo.
El problema de los existenciales negativos.
¿Si es la existencia lo que determina el significado, cómo es posible que podamos comprender oraciones como El actual rey de Francia no existe o Pegaso no existe? Se produce un fenómeno curioso aquí, por el cuál podemos entender conceptos y expresiones que no tengan un correlato en el mundo real. Eso implica que hay algo más allá de la referencia que juega un papel crucial a la hora de determinar el significado. Frege llamará a este elemento el sentido de un término u oración.
El problema de los términos sin referencia.
Derivado del problema anterior, encontramos aquí el problema de cómo determinar el valor de verdad de una oración que contenga un término sin referencia directa en el mundo. Por ejemplo:
El actual rey de Francia es calvo
Pegaso vuela
Lo curioso de este tipo de oraciones es que si bien la mayoría de nosotros afirmaríamos que la primera de ellas es falsa y la segunda verdadera, no existe ningún objeto en el mundo al que hagan referencia los términos Pegaso o el actual rey de Francia. Por lo tanto no existe, para Frege, la posibilidad de determinar el valor de verdad de ninguna de las dos oraciones. Esto no implica, sin embargo, que no podamos comprender el significado de ninguna de las dos oraciones.
La consecuencia directa de la exposición de los cuatro puzzles de Frege es que no puede afirmarse que el significado de una palabra o enunciado quede reducido a su referencia o correlato en el mundo. Es necesario algo más, algo difícil de definir y que recibe el nombre de sentido: aquello que nos permite comprender el significado de algo sin la necesidad de acudir a la referencia.
La cuestión del sentido va a tener una recepción polémica en el mundo de la filosofía, pues se le va a calificar de estructura metafísica. Los problemas que plantea Frege, sin embargo, van a dar mucho que hablar en la filosofía del lenguaje, pues no va a haber ninguna teoría que desde la perspectiva de la referencia, pueda resolver los cuatro puzzles. El último intento histórico a este respecto va a ser la teoría figurativa del primer Wittgenstein.
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