¿Es el ser humano un ser eminentemente social? Zoon Politikón, proclamaba Aristóteles: fuera de las murallas de la Polis tan solo encontramos el reino de los dioses y el de los animales.
Durante esta unidad exploraremos la presunta sociabilidad natural del ser humano y los objetivos en torno a los cuales debe articularse el modo en el que organizamos nuestra vida social.
La teoría política de Platón plantea un antes y un después en el mundo antiguo. Su propuesta establece cómo la sociedad debe organizarse de forma racional para satisfacer el mayor número de necesidades humanas. El problema reside aquí en que a través de un proceso puramente racional (como veremos a continuación) podemos acabar justificando una sociedad en la que ninguno de nosotros querríamos vivir. El sueño de la razón produce monstruos.
La obra filosófica de Platón (427 a.C- 347 a.C) está muy influenciada por el contexto histórico, cultural y político de la Grecia de su juventud. Platón vivió la crisis en la que desembocó lo que hoy en día se conoce como la Ilustración griega: un movimiento de expansión cultural, político y artístico que se desarrolló en Grecia, especialmente en Atenas, durante el Siglo V a.C. Este periodo de prosperidad, sin embargo, desembocó en una gran crisis.
A finales de siglo se desarrolló la guerra del Peloponeso que enfrentó, durante 30 años, a las dos ciudades más poderosas de Grecia: Atenas y Esparta, representantes de dos modelos
políticos diferentes. Atenas fue derrotada, sin embargo, aunque la democracia fue nuevamente instaurada; la convulsión política no desapareció. Dentro de las murallas de la Polis se estaba librando una batalla distinta, ideológica podríamos decir, entre los sofistas y Sócrates.
Los sofistas habían llegado a Atenas alcanzando un gran éxito profesional paralelo al desarrollo de la democracia en la Polis. Eran metecos (extranjeros) y maestros de retórica. Se dedicaban a enseñar a cómo desenvolverse en el espacio público y convencer con argumentos. Su labor permitió que determinadas clases sociales, como la clase comerciante, que habían adquirido poder económico pero no político, tuviesen las herramientas necesarias para convencer al resto de ciudadanos en el Ágora, el espacio político anteriormente reservado a la aristocracia.
En el clima de tensión política que antes mencionábamos, va a aparecer la figura de Sócrates que se va a oponer frontalmente a las tesis sofistas. El gobierno democrático había desembocado en guerra y crisis y para Sócrates gran parte de la culpa recaía en la retórica. Políticamente Sócrates dirá: “que gobierne quien sepa gobernar”. Esto lo situará del lado de la aristocracia (que significa literalmente “gobierno de los mejores”) y contrario a la democracia, basándose en la idea de que el que mejor convence no tiene por qué ser el que mejor gobierne. El error básico que los sofistas cometen, según Sócrates, es que están condenados a intentar ser justos sin conocer verdaderamente qué es la Justicia.
El conflicto ideológico que se desarrolla en Atenas entre los sofistas y Sócrates va a desembocar en la condena a muerte de éste último. Esto va a causar un profundo impacto en su discípulo Platón, que recogerá el testigo de su maestro en la batalla. Platón defenderá de nuevo que el gobierno ideal de la Polis lo debe ostentar quien esté preparado para ello, por naturaleza y educación. ¿Qué es la justifica? esa es la pregunta fundamental con la que comienza la que quizás sea la obra más conocida de Platón: La República.
Platón busca encontrar la mejor forma de vida para el ser humano y para la comunidad y para ello se va a dedicar a refutar algunas de las teorías sofistas al respecto. Es un firme defensor de la aristocracia, que etimológicamente significa “gobierno de los
mejores” y está íntimamente relacionada con el concepto de areté, que significa virtud. La democracia escucha la voz de ciudadanos cuya areté no es gobernar, cuya
alma no está preparada para ello.
A partir del Libro II de la República, Platón va a describir la que
desde su punto de vista es la ciudad ideal, una ciudad justa, en la que cada cuál ocupa el lugar que
le corresponde según la naturaleza de su alma.
Según Platón, el ser humano no puede sobrevivir de forma individual y separada de otros seres
humanos por lo que la necesidad de agruparse socialmente es algo natural en él. Los hombres
tienen además diferentes capacidades y habilidades, por lo que es preferible que cada uno
desarrolle las que posee por naturaleza, lo que introduce la división del trabajo en la
organización de la sociedad. Si bien el ser humano en un principio se agrupa buscando satisfacer
sus necesidades más básicas, el objetivo ideal de la Polis, como modelo de organización social, es
procurar el mayor número de facilidades para que todos sus ciudadanos sean felices. Si cada uno
no ocupa el lugar que le corresponde, no desarrolla las habilidades que posee por naturaleza,
entonces la Polis no podrá satisfacer las necesidades de sus ciudadanos y fallará a su objetivo
fundamental.
Para Platón, en su ciudad ideal, deben existir tres clases sociales de
acuerdo a la naturaleza del alma de los ciudadanos.
- La clase de los productores: cuya obligación es atender a las necesidades básicas de todos los
ciudadanos de la Polis. Esta clase debe ser además la poseedora de la riqueza; del mismo
modo será la única clase que tenga derecho a la propiedad privada y a la familia.
- La clase de los guardianes: encargados de defender la Polis. Para evitar la tentación de
defender sus intereses privados en lugar de los intereses colectivos estarán desprovistos de
propiedad privada, y tampoco tendrán familia, debiendo vivir en unos barracones en los que
tengan todo lo necesario para realizar sus actividades hombres y mujeres.
- La clase de los gobernantes o filósofos. Debido a su responsabilidad y a las elevadas tareas
que le encomienda Platón tampoco tendrá acceso a la propiedad privada ni a la familia.
Deberán centrarse en el estudio a fin de conocer lo bueno para gobernar adecuadamente la
ciudad, por lo que su vida estará alejada de todas las comodidades innecesarias para cumplir su
función
Para determinar quién ha de formar parte de una u otra clase será necesario establecer un proceso
educativo en el curso del cual se podrá determinar qué tipo de naturaleza tiene cada ser humano
y, por lo tanto, a qué clase social ha de pertenecer. La virtud de la clase los productores es la
templanza, es decir, el disfrute con moderación de los bienes materiales; la virtud propia de la clase
de los guardianes es la valentía o coraje; y la virtud propia de los gobernantes es la sabiduría.
Habiendo determinado la virtud que corresponde a cada clase social estaremos en condiciones
de determinar en qué puede consistir la Justicia en la ciudad ideal: la Justicia consistirá en que
cada clase social (y cada ciudadano) se ocupe de la tarea que le corresponde. La injusticia
consistirá en la injerencia arbitraria de una clase social en las funciones de otra: que los auxiliares o
los artesanos pretendan gobernar, por ejemplo.
En la teoría política de Platón no sólo existen discusiones sobre conceptos que podríamos
considerar abstractos como el de 'Justicia' o definiciones del Estado Ideal sino que también, a
partir del libro VIII y de un texto más maduro como pueden ser las Leyes, Platón realiza un análisis
más realista de las formas de gobierno existentes.
Las únicas formas de gobierno válidas para Platón son la monarquía y la aristocracia, donde
cada uno ocupa el lugar que le corresponde y los ciudadanos y gobernantes se rigen por el
principio de la sofrosyne (mesura). Sin embargo estos gobiernos pueden degenerar en timocracias,
oligarquías, democracias y tiranías si las clases dirigentes se dejan llevar por el individualismo y
la desmesura que representan el concepto de hybris. El peor gobierno posible es la tiranía, donde
todos deben obedecer los caprichos del tirano. Después viene la democracia, cuando el vulgo
toma el poder y las decisiones políticas dependen de la voluptuosidad de la masa. La oligarquía
surge cuando los ricos gobiernan pensando en su beneficio particular en lugar de en el bien de la
Polis. La timocracia nace cuando el ejército, no preparado para gobernar, toma el poder y los
valores que triunfan son la fogosidad y el ansía de gloria y honor personal.
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